SOCUENF

Sociedad Cubana de Enfermería (SOCUENF). Es la sociedad que agrupa a las enfermeras cubanas. Se funda el 17 de noviembre de 1976, en un acto del Consejo Nacional de Sociedades Científicas de la Salud (CNSCS), donde reunió un grupo de enfermeras con vistas a su constitución, siendo la primera de su tipo en Ciencias médicas que agruparía a técnicos y profesionales, heredera de las tradiciones de la Asociación Nacional de Enfermeras y Alumnas de la República de Cuba (ANEARC).

Por iniciativa de la Enfermera Especialista Dora Rodríguez Arriba (Jefa del Departamento Nacional de Enfermería en ese momento) y con el apoyo del Dr. Daniel Alonso (presidente del CNSCS en ese momento), se había iniciado el proceso de gestación de la nueva sociedad. Se seleccionó un grupo de enfermeras prestigiosas, entre quienes se encontraba Jovita Páez Armenteros, y se emprendió el proceso organizativo.

MISIÓN: La Sociedad Cubana de Enfermería es la organización encargada de promover el desarrollo científico técnico de sus enfermeros técnicos y universitarios asociados a través de la especialización jerarquizada por secciones para elevar el nivel de la profesión en función de la salud y la calidad de vida de nuestro pueblo.
Ser conocida como una organización que promueve a través del desarrollo científico del personal de Enfermería el mejoramiento continuo de la calidad de la atención de la persona, familia y comunidad en busca de la excelencia profesional.
- La unión de los enfermeros técnicos y universitarios. - La ética en el trabajo profesional. - El trabajo en equipo. - La información y actualización de los avances científicos técnicos. - El intercambio nacional e internacional.
Nacida: 12 de mayo de 1820 en Florencia, Italia Murió: 13 de agosto de 1910 en East Wellow, Inglaterra ________________________________________ Florence Nightingale es recordada sobretodo por su trabajo como enfermera durante la guerra de Crimea y por su contribución a la reforma de las condiciones sanitarias en los hospitales militares de campo. Sin embargo, lo que no se conoce tan bien sobre esta increíble mujer es su amor por las matemáticas, especialmente por la estadística, y cómo este amor jugó un papel importante en las labores que realizó durante su vida. Nightingale lleva el nombre de la ciudad donde nació, la Villa Colombia en Florencia, Italia, el 12 de mayo de 1820. Sus padres, William Edward Nightingale y su esposa Frances Smith, viajaron por Europa durante los primeros dos años de su matrimonio. La hermana mayor de Nightingale había nacido un año antes en Nápoles. Los Nightingale llamaron a su primogénita el nombre griego de la ciudad, Parthenope. William Nightingale se apellidaba Shore pero lo cambió a Nightingale después de heredar de un pariente rico, Peter Nightingale de Lea, cerca de Matlock, Derbyshire. La niñas crecieron en el campo y pasaban mucho tiempo en Lea Hurst en Derbyshire. Cuando Nightingale tenía unos cinco años su padre compró una casa llamada Embley cerca de Romsey en Hampshire. Con esto la familia pasaba los veranos en Derbyshire y el resto del año en Embley. Al viajar entre estos lugares visitaban Londres, la Isla de Wight y a parientes. En un principio, la educación de Parthenope y Florence estuvo en manos de una institutriz, después su padre, educado en Cambridge, asumió esa responsabilidad. A Nightingale le encantaban sus lecciones y tenía una habilidad natural para estudiar. Bajo la influencia de su padre Nightingale se familiarizó con los clásicos, Euclides, Aristóteles, la Biblia y temas políticos. En 1840 Nightingale suplicó a sus padres que la dejaran estudiar matemáticas en vez de: ... trabajo de estambre y practicar las cuadrillas1, pero su madre no aprobaba esta idea. Aunque William Nightingale amaba las matemáticas y había legado este amor a su hija, la exhortó a que siguiera estudiando temas más apropiados para una mujer. Después de muchas batallas emocionales, los padres de Nightingale finalmente le dieron permiso para que se le enseñara matemáticas. Entre sus tutores estuvo Sylvester, quien desarrolló la teoría de invariantes junto con Cayley. Se dice que Nightingale fue la alumna más destacada de Sylvester. Las lecciones incluían aritmética, geometría y álgebra y, antes de que Nightingale empezara con la enfermería, pasó tiempo enseñando estos temas a niños. El interés de Nightingale en las matemáticas iba más allá de la materia en sí. Una de las personas que también influyeron en ella fue el científico belga Quetelet. Él había aplicado métodos estadísticos a datos de varios campos, incluyendo las estadísticas morales o ciencias sociales. La religión jugó un papel importante en la vida de Nightingale. Su visión imparcial de la religión, inusual en su época, se debía a la actitud liberal que encontró en su hogar. Aunque sus padres crecieron en la Iglesia Unitaria, Frances Nightingale prefirió una denominación más convencional y a las niñas las criaron en la fe anglicana. El 7 de febrero de 1837, Nightingale creyó escuchar el llamado de Dios, mientras caminaba por el jardín de Embley, aunque en ese momento no sabía cuál era ese llamado. Nightingale desarrolló un interés en los temas sociales de su épocas pero en 1845 su familia se oponía firmemente a la sugerencia de Nightingale de adquirir experiencia en un hospital. Hasta ese entonces, el único trabajo de enfermería que había hecho había sido cuidar de parientes y amigos enfermos. A mediados del siglo XIX la enfermería no era considerada una profesión adecuada para una mujer educada. A las enfermeras de la época les faltaba entrenamiento y tenían fama de ser mujeres burdas e ignorantes, dadas a la promiscuidad y a las borracheras. Mientras Nightingale estaba en un viaje por Europa y Egipto iniciado en 1849, con los amigos de la familia Charles y Selina Bracebridge, tuvo la oportunidad de estudiar los distintos sistemas hospitalarios. A principios de 1850, Nightingale empezó su entrenamiento como enfermera en el Instituto de San Vicente de Paul en Alejandría, Egipto, que era un hospital de la Iglesia Católica. Nightingale visitó el hospital del Pastor Theodor Fliedner en Kaiserwerth, cerca de Dusseldorf en julio de 1850. Nightingale regresó a esa ciudad en 1851 para entrenar como enfermera durante tres meses en el Instituto para Diaconisas Protestantes y después de Alemania se mudó a un hospital en St. Germain, cerca de París, dirigido por las Hermanas de la Caridad. A su regreso a Londres en 1853, Nightingale tomó el puesto sin paga de Superintendente en el Establecimiento para damas durante enfermedades el número 1 de la calle Harley. Marzo de 1854 trajo consigo el inicio de la Guerra de Crimea en la que la Gran Bretaña, Francia y Turquía le declararon la guerra a Rusia. Aunque los rusos fueron derrotados en la batalla del río Alma el 20 de septiembre de 1854, el periódico The Times criticó las instalaciones médicas británicas. En respuesta a ello, Sidney Herbert, Secretario de Guerra británico, le pidió a Nightingale en una carta a su amiga que se convirtiera en enfermera-administradora para supervisar la introducción de enfermeras en los hospitales militares. Su título oficial era Superintendente del Sistema de Enfermeras de los Hospitales Generales Ingleses en Turquía. Nightingale llegó a Escutari, un suburbio asiático de Constantinopla (hoy Estambul) con 38 enfermeras el 4 de noviembre de 1854 [2]: ... su entusiasmo, su devoción y su perseverancia no cederían ante ningún rechazo o dificultad. Firme e infatigablemente se ocupaba de su trabajo con tal criterio, autosacrificio, valor, ternura y todo ello con una actitud tranquila y sin ostentación que se ganaba los corazones de todos aquellos a quienes sus prejuicios de oficiales no les impedían apreciar la nobleza de su trabajo y de su carácter. Aunque ser mujer implicaba que Nightingale tenía que luchar contra las autoridades militares a cada paso, fue reformando el sistema hospitalario. Bajo condiciones que resultaban en soldados tirados sobre el suelo rodeados de alimañas y en operaciones nada higiénicas, no debe sorprendernos que cuando Nightingale llegó a Escutari las enfermedades como el cólera y el tifus cundieran en los hospitales. Esto implicaba que los soldados heridos tuvieran una probabilidad siete veces mayor de morir en el hospital de una enfermedad que de morir en el campo de batalla. Mientras estuvo en Turquía, Nightingale recolectó datos y organizó un sistema para llevar un registro; esta información fue usada después como herramienta para mejor los hospitales militares y de la ciudad. Los conocimientos matemáticos de Nightingale se volvieron evidentes cuando usó los datos que había recolectado para calcular la tasa de mortalidad en el hospital. Estos cálculos demostraron que una mejora en los métodos sanitarios empleados, produciría una disminución en el número de muertes. Para febrero de 1855 la tasa de mortalidad había caído de 60% al 42.7%. Mediante el establecimiento de una fuente de agua potable así como usando su propio dinero para comprar fruta, vegetales y equipamiento hospitalario, para la primavera siguiente la tasa había decrecido otro 2.2%. ________________________________________ Nighingale usó esta información estadística para crear su Diagrama de Área Polar, o 'coxcombs' como los llamó ella. Éstos fueron usados para dar un representación gráfica de las cifras de mortalidad durante la Guerra de Crimea (1854-1856). El área de cada cuña coloreada, medida desde el centro es proporcional a la estadística que representa. La parte exterior azul representa muertes debidas a ... enfermedades infecciosas prevenibles o mitigables o, en otras palabras, enfermedades contagiosas como el cólera y el tifus. Los pedazos centrales rojos muestran las muertes por todas las demás causas. Las muertes en los hospitales de campo británicos alcanzaron su máximo en enero de 1855 cuando 2 761 soldados murieron por enfermedades contagiosas, 83 por heridas y 324 por otras causas, con un total de 3 168 muertes. El promedio de hombres en la armada ese mes fue de 32 393. Usando esta información, Nightingale calculó una tasa de mortalidad de 1 174 por cada 10 000, de los cuales 1 023 de cada 10 000 se debían a enfermedades infeccionsas. De haber continuado así y sin la sustitución frecuente de tropas, entonces las enfermedades por sí mismas habrían acabado totalmente con el ejército británico en Crimea. Sin embargo, estas condiciones insalubres no se limitaban a los hospitales militares de campo. Al volver a Londres en agosto de 1856, cuatro meses después de la firma del tratado de paz, Nightingale descubrió que en época de paz, los soldados de entre 20 y 35 años de edad tenían una tasa de mortalidad del doble de la de los civiles. Usando sus estadísticas, ilustró la necesidad de una reforma sanitaria en todos los hospitales militares. Al impulsar su causa, Nightingale consiguió llamar la atención de la Reina Victoria y el Príncipe Alberto así como la del Primer Ministro, Lord Palmeston. Sus deseos de llevar a cabo investigación formal le fueron concedidos en mayo de 1857 y llevaron al establecimiento de la Comisión Real para la Salud del Ejército. Nightingale se escondió de la atención pública y empezó a preocuparse por las tropas apostadas en la India. En 1858 se convirtió en la primera mujer electa socia de la Royal Statistical Society por sus contribuciones a las estadísticas del ejército y hospitalarias. En 1860 abrió la Escuela de Entrenamiento y Hogar Nightingale para Enfermeras en el hospital de St. Thomas en Londres, con 10 estudiantes. Era financiada por medio del Fondo Nightingale, un fondo de contribuciones públicas establecido en la época en que Nightingale estuvo en Crimea y que contaba con £50 000. La escuela se basaba en dos principios. El primero, que las enfermeras debían adquirir experiencia práctica en hospitales organizados especialmente con ese propósito. El otro era que las enfermeras debían vivir en un hogar adecuado para formar una vida moral y disciplinada. Con la fundación de esta escuela Nightingal había logrado transformar la mala fama de la enfermería en el pasado en una carrera responsable y respetable para las mujeres. Nightingale respondió a la petición de la oficina de guerra británica de consejo sobre los cuidados médicos para el ejército en Canadá y también fue consultora del gobierno de los Estados Unidos sobre salud del ejército durante la Guerra Civil estadounidense. Casi durante el resto de su vida Nightingale estuvo postrada en cama debido a una enfermedad contraída en Crimea, lo que le impidió continuar con su trabajo como enfermera. No obstante, la enfermedad no la detuvo de hacer campaña para mejorar los estándares de salud; publicó 200 libros, reportes y panfletos. Una de esas publicaciones fue un libro titulado Notas sobre enfermería (1860). Este fue el primer libro para uso específico en la enseñanza de la enfermería y fue traducido a muchos idiomas. Las otras obras publicadas de Nightingale incluyen Notas sobre los hospitales (1859) y Notas sobre la enfermería para las clases trabajadoras (1861). Florence Nightingale creía firmemente que su trabajo había sido su llamado de Dios. En 1874 se convirtió en miembro honorífico de la American Statistical Association y en 1883 la Reina Victoria le otorgó la Cruz Roja Real por su labor. También fue la primera mujer en recibir la Orden al Mérito de mano de Eduardo VII en 1907. Nightingale murió el 13 de agosto de 1910 a los 90 años. Está enterrada en la Iglesia de St. Margaret, en East Wellow, cerca de Embley Park. Nightingale nunca se casó, aunque no por falta de oportunidades. Ella creía que Dios había decidido que debía ser alguien a quien él: ... había seleccionado claramente ... para que fuera soltera. El Monumento de Crimea, fue erigido en 1915 en Waterloo Place, Londres, para honrar la contribución que hizo Florence Nightingale a esa guerra y a la salud del ejército. Nace en Florencia, Italia el 12 de mayo de 1820; y en honor a la ciudad que la vio nacer, sus padres la bautizan con el nombre de Florence Nightingale, palabra inglesa que significa ruiseñor. Florence creció como hija de una familia inglesa acomodada, por lo tanto, vivió rodeada de lujo y comodidades. En 1837 cuando Florence contaba con 17 años, empezó a visitar las viviendas de personas pobres y enfermas tratando de apoyarlas a mitigar sus penas, ésta conducta no era bien vista por sus padres, porque Florence prefería hacer sus visitas a los enfermos y desprotegidos que acudir a fiestas y reuniones de sociedad. El carácter y vocación de Florence, pudiera considerarse excéntrico para las costumbres de la época, pero quizás ese comportamiento se debe a las convicciones e ideologías de sus padres; por ejemplo: su padre Sir William estaba fuertemente involucrado en el movimiento contra la esclavitud, así mismo, era fiel creyente de que las mujeres especialmente sus hijas deberían tener una buena educación; por tal motivo Florence y su hermana aprendieron latín, griego, historia y matemáticas teniendo como maestro a su padre y a su tía. Es principalmente en el campo de la matemática donde Florence hace grandes avances que le llevarían a realizar aportaciones importantes en el campo de la clínica, para ese entonces a las mujeres se les reservaban únicamente las tareas domésticas, por ello se atreve a rogarles a sus padres que la dejaran estudiar matemáticas en vez del trabajo repetitivo y la práctica de cuadrillas; tras grandes batallas emocionales, logró que su padre le asignara tutores en matemáticas entre los que se cuenta a J.J. Silvestre. Sin embargo, de acuerdo a las costumbres de la época, a su madre Fanny le preocupaba encontrar un buen marido para sus hijas, despreciando los conocimientos adquiridos por Florence. Ella tenía el firme propósito de casar a su hija aduciendo: “Qué utilidad tendrían las matemáticas para una mujer casada?”, por ello se indignaba cada vez que Florence rechazaba a los candidatos propuestos y su fuerte inclinación por el servicio público. Así, entre la oposición de sus padres y su propia vocación pasaron 7 largos años durante los cuales dejó pasar la oportunidad de casarse y formar un hogar. Al respecto diría al rechazar a uno de sus pretendientes Richard Moncton Milnes: “Yo tengo una naturaleza moral y activa, que requiere satisfacción y eso no lo encontraría si pasara la vida en compromisos sociales y organizando las cosas domésticas”. Al llegar a los 23 años descubre su verdadera vocación, comunicándoles a sus padres su deseo de convertirse en enfermera, ante su deseo encontró fuerte oposición, debido a que ésta profesión no era bien vista en la sociedad y se asociaba con las mujeres de clase trabajadora. Al convencer a sus padres de que no iba a cejar en su intento de convertirse en enfermera; su padre casado entonces con otra mujer, la inscribe en los mejores colegios no sólo de Inglaterra, sino de varios países por lo que inicia sus estudios en el Instituto de San Vicente de Paúl en Alejandría Egipto; para continuar en el Instituto para Diaconisas Protestantes de Kaiserswerth, Alemania. Mientras cursó su carrera de enfermera tuvo la oportunidad de visitar diferentes hospitales en Italia y Egipto, observando las diferencias y necesidades que se vivían en los hospitales, haciendo anotaciones que la llevarían a escribir sus libros Notas de Hospital y Notas de enfermería, ambos libros publicados hasta 1859, con ayuda de algunos amigos del TIMES; además, estos libros marcaron la pauta de la enfermería moderna. En 1852 consiguió trabajo de Administradora en un pequeño sanatorio para damas inválidas en la calle de Harley de Londres, Inglaterra; en esa época pudo demostrar su eficiencia y capacidad transformando éste pequeño sanatorio en uno de los mejores hospitales de Inglaterra. En 1854 estalló la guerra Franco Rusa en Crimea. Tras escuchar noticias acerca de las deficientes condiciones sanitarias que imperaban en el Hospital de Üsküdar, envió una carta al secretario de guerra británico ofreciendo sus servicios como voluntaria. Al recibir una respuesta afirmativa, emprendió el viaje acompañada de 38 enfermeras al frente de batalla. Al llegar a Crimea pudieron constatar el deplorable estado en el que se encontraba el hospital, que no era otra cosa que Galeras con catres amontonados y cero limpieza, con mala comida y casi sin medicinas. A pesar de contar con pocas enfermeras llegaron a atender a más de 5,000 heridos. Ante tal situación escribió al secretario de guerra para solicitar su apoyo, de ésta manera pudo arreglar el hospital y con su ejemplo y capacidad reclutó a todo un ejército de enfermeras voluntarias, bajando considerablemente la tasa de mortalidad entre los enfermos y heridos. Al terminar la guerra en 1856 regresó a Londres en donde fue recibida con mil honores; sin embargo, rechazó el premio como heroína nacional diciendo: “Sólo he cumplido con mi deber como ser humano”. Uno de los grandes aportes que hizo a la organización del trabajo en la salud fue el desarrollo de la fórmula de modelo de estadística hospitalaria, para que los hospitales recolectaran estadísticas confíales de natalidad, morbilidad y sus causas; para ello aprovechó sus conocimientos en matemáticas inventando incluso un sistema de logaritmos; base principal del estudio estadístico que sirve para representar numéricamente un fenómeno social, mismo que podía ser medido y analizado, proporcionando un marco de organización para controlar, aprender y con ello mejorar la práctica quirúrgica y hospitalaria. Además de ello, inventó el sistema de representación gráfica de datos denominado el diagrama de Área Polar, muy parecido a la representación gráfica que hoy conocemos como de pastel. Su libro Notas de hospital se convirtió en el libro de texto para enfermeras traducido en multitud de idiomas. Antes de iniciarse en la enfermería, Florence trabajó como tutora de niños en la especialidad de matemáticas, elaborando planes de clase en los que se incluían problemas de la vida diaria de los niños que ella enseñaba. Su método de enseñanza se basaba en el cuestionamiento, el análisis y la obtención de conclusiones. Probablemente se le puede considerar una de las propulsoras del movimiento feminista al cuestionar el rol de la mujer, planteando la necesidad de que las mujeres se instruyan “Se supone que las mujeres no deben tener una ocupación suficientemente importante para no ser interrumpidas; ellas se han acostumbrado a considerar la ocupación intelectual como un pasatiempo egoísta, y es su deber dejarlo para atender a alguien más pequeño que ellas.” En 1860 con un fondo recolectado como tributo a sus servicios en Crimea, fundó la escuela y hogar para enfermeras Nightingale en el Hospital St. Thomas de Londres, la inauguración de esta escuela marca el inicio de la formación profesional en el campo de la enfermería; gracias a sus esfuerzos la enfermería ha sido una profesión médica con un elevado grado de formación e importantes responsabilidades. A pesar de su dinamismo y entusiasmo, Florence conoció los rigores de las enfermedades, en 1872 se retiró del servicio activo; en 1895 quedó ciega y más tarde perdió otras facultades, al grado de que recibió cuidados de tiempo completo, estando completamente inválida vivió otros 15 años más; durante este tiempo, en 1908, le otorgaron la medalla al mérito, honor rara vez otorgado a una mujer. El día 13 de agosto de 1910 fallece Florence a la edad de 90 años. La vida de Florence Nightingale fue apasionante y comprometida con una profesión bella y floreciente, pero a la vez muy sacrificada al grado que prefirió el servicio público que la propia satisfacción personal de formar una familia propia al lado de esposo e hijos. Luchadora incasable de su propia libertad y oportunidad de adquirir conocimiento, oportunidad que pudo obtener al provenir de familia acomodada, quizás por ello pudo obtener apoyos de personas importantes como el Ministro de Guerra, claro está que en el desempeño de su trabajo contó mucho su esfuerzo, eficiencia y tesón, en una época en que imperaba la discriminación de la mujer, no olvidemos que parte de su ideología es heredada por un padre de ideas liberales para su tiempo. Su mayor aportación es sin duda, la dignificación de la profesión de enfermería y la formación de enfermeras con alto grado académico y responsabilidad médicas; así como también, los primeros estudios estadísticos hechos en hospitales, mismos que como sabemos en la actualidad son de gran importancia para los estudios clínicos y diagnósticos que elaboran los médicos. Sin embargo, y de acuerdo a la información que recopilamos se da a conocer que ella menospreciaba en mucho la labor efectuada por los primeros médicos mujeres, considerando que la profesión del médico debía ser única y exclusivamente del hombre; es por ello que las pocas mujeres médicos de ese tiempo, recibieron muy poco apoyo por parte de ella, pudiendo observar aquí una discriminación de la mujer por la mujer misma, situación que en la actualidad aún perdura en muchos ámbitos laborales. Su recomendación a estudiantes de enfermería (1873): La enfermería es un llamado superior, un llamado honorable... El honor radica en el amor por la perfección, la consistencia y en el trabajo duro para conseguirla... Años más tarde, en el Englishwoman Review (1869), escribió: Pero debo decir a todas las damas jóvenes que son llamadas a esta vocación, que deben calificarse para ello como lo hace un hombre para su trabajo. Que no crean que lo pueden asumir de otra manera. 1788: Nace la madre de Florence de Nightingale, que se llama Frances Smith (Fanny). 1798: Nace Mary Shore, tía de Florence de Nightingale, Mai (pronunciado como my). Ella se casa con el hermano de Fanny, Mr. Samuel Smith. Su hijo, William Shore Smith (quien Florence de Nightingale llamaba mi chico Shore) era el heredero, después de su madre, de las tierras de Embley y Lea Hurst, por negligencia de su hijo Mr. Nightingale. 1794: Nace William Edward Shore (W.E.N.) padre de Florence de Nightingale. Él asumió el nombre Nightingale al obtener su herencia. 1816: La madre de Florence de Nightingale se enamora de James Sinclair. Él no tiene ingresos, excepto su sueldo como capitán del ejército. Éste es de 400 libras al año y el padre de ella decide que nunca se casaría con él y rehusa a probar el matrimonio. Para 1817 este asunto tuvo su fin. 1817: W.E.N. y Fanny se comprometen a casarse. 1818: W.E.N. y Fanny se casan. 1818: Luna de miel en Europa. 1819: El 19 de Abril Frances Parthenope (Pop) Nightingale, después de Lady Verney, nació en Nápoles, denominada después la vieja Grecia asentada en el lugar de su nacimiento. 1820: El 12 de Mayo Florence de Nightingale nace en Florencia, Italia, en la villa colombiana, cerca de la puerta romana. 1821: La familia Nightingale retorna a Inglaterra y prueban a instalarse en la propiedad heredada por W.E.N. en Derbyshire. La propiedad en la ciudad de Derby tiene un activo líder fundidor de metales (1760-1935), en la cual W.E.N. era el director y propietario. W.E.N. construyó una nueva casa para la familia en la villa de Lea y allí la familia vivió hasta 1823. La casa fue llamada "Lea Hurst" y sirvió como una casa de verano para los Nightingale y para el resto de la vida de Florence de Nightingale. 1823: La familia vivía en Kynsham Court, Presteigne, en Herefordshire. 1825: Los Nightingale se movieron a la mansión Embley (Park) en la parroquia de Wellow, en Hampshire. Este es el lugar donde está la tumba de Florence de Nightingale. Esta llegará a ser la casa principal de la familia, con Lea Hurstcomo casa de verano. W.E.N. empieza seriamente a educar a sus chicos. 1837: El 7 de Febrero Dios habló con ella en Embley, "Dios la llamó a su servicio", pero ella no tuvo claro cómo servir a Dios. En Septiembre, la familia viaja a Europa, mientras Embley es renovado. Ella se encontró con Mary Clarke ("Clarkey") en París. 1839, Abril---- La familia regresa a Inglaterra. Junio---- Las chicas FN y Parthe y dos primas de la familia Nicholson se presentan en la fiesta de cumpleaños de la Reina Victoria. Septiembre---- La familia se traslada a la residencia en Embley. 1840---- La tia Mai trata de organizar clases de matermáticas para FN, pero Fanny se opone. Las damas no necesitan matemáticas. 1842---- FN conoce a Richard Mockton Milnes. 1844---- FN le pregunta la doctor Howe (marido de Julia Ward Howe, autor del Himno de la Baralla de la República) en Lea Hurst si "¿sería correcto dedicar su vida a trabajos de caridad en hospitales y donde quiera que sea como lo hacen las Hermanas Católicas?". Su primo Henry Nicholson le propuso matrimonio pero FN no aceptó. 1845---- FN quiere trabajar y formar un hospital cercano a Salisbury. A causa de la reputación de la enfermería en estos días su madre y Parthe están horrorizadas. Una dama con cultura no entraría a trabajar en un hospital. 1846---- El Sr. Ashley le hablo acerca de los reportages gubernamentales conocidos como "libros azules". Empieza a ser así una experta autodidacta en hospitales y sanatorios. 1847---- Primaver: Richard Mockton Milnes quiere que FN se case con él. Ella está alcanzando una crisis mental. Selina "Sigma" y Charles Bracebridge la llevan con ellos a Roma. Conoce a Elizabeth "Liz" y a Sidney Herbert. 1848---- FN asiste a la apertura de la casa para enfermos convalecientes de Sydney Herbert, y su experiencia es reconocida. 1849---- Después de siete años de espera, Milnes recive por fin una respuesta negativa a su petición de boda. Tras un larga agonización, FN concluyó que no podría trabajar por si sola si elige seguir a su corazon y casarse. Esto podría hacerle perder su oportunidad de servir a las llamadas del Señor. 1849, Diciembre---- Acompaña a Bracebridges en un viaje por el Nilo en Egipto y por Grecia. Esta cerca de derrumbarse 1850: 31 de Julio-13 de Agosto, fue la primera visita de Florence de Nightingale a la institución de Kaiserswerth en Rhine. Al final de la visita el reverendo pastor, Theodore Fliedner le pidió que escribiera un panfleto acerca de la institución de Kaiserwerth. Ella lo escribió pero no reconoció su mérito. 1851: 6 de Julio-7 de Octubre. Otra está en Kaiserwerth, no como invitada, sino como una estudiante. Como estudiante escribió un curriculum vitae, donde ella habla de su adolescencia rebelde, algo que ella compartió con Milnes, y la debilidad de las muñecas. Ella nunca volvió a vivir en su hogar. 1853: Su padre le daba un sueldo anual de 500 libras que son de 40000 a 50000 dólares de hoy. Florence de Nightingale escribió Cassandra, en Marzo Dios le habló otra vez y le preguntó: Florence de Nightingale, ¿si no tuvieras la reputación que tienes me seguirías haciendo bien?. Ella decidió servir a Dios ayudando a la gente pobre. Florence de Nightingale fue a su primera buena obra como superintendente de la residencia "Gentlewomen During Illness" en el número 1 de la calle Upper Harley , el 12 de Octubre de 1853 a Octubre de 1854. 1854: Inglaterra, Francia y Sardinia fueron a la ayuda de Turquía contra Rusia: la Guerra de Crimea. Dios habla de nuevo a Florence de Nightingale. Octubre, el público aprende de las necesidades de los soldados heridos. Sydney Herbert, como secretario de la guerra pide ayuda a Florence de Nightingale para ir a cuidar a los soldados británicos. Ella reúne una partida de 38 enfermeras y marcha a Turquía al hospital Banack. Esta es su oportunidad, su gran experiencia de enseñar el valor y la forma de las enfermeras en los hospitales militares. Agobiada por las abundantes súplicas y las escasas facilidades, sus enfermeras quedaron horrorizadas. No había nada. La resistencia de los doctores se había venido abajo en la enorme calle de la calamidad. Florence de Nightingale surge como una heroína para las tropas y regresa a casa. 1855: Florence de Nightingale se pone enferma por la fiebre de Crimea (¿Tifus?) 1856: Julio, la Guerra es superada, los últimos paciente y enfermeras se marchan. Florence vuelve a casa, a Lea Hurst. Le pidieron que visitara a la reina Victoria y al príncipe Alberto para hablarles de sus experiencias en la guerra. Ellos estaban de acuerdo en que se necesitaba corregir errores. 1857: Mayo, el resultado de una Orden Judicial por el Soberano establecía un cuerpo de investigación de los desastres de la Guerra de Crimea. No estaba permitido que las mujeres que estaban en la comisión testificaran, por eso, ellas sólo conocían lo que se escribía, y recopilaban acerca de la guerra y lo mandaban todo a la comisión. La rebelión de Sepoy en India llamó su atención hacia los problemas de sanidad en India y ella empieza un proyecto para toda la vida para sanear el país. Este el es comienzo de su enfermedad (PTSD), postrauma de desorden de tensión. Después de este período (de recogida de hechos para la comisión) ella se recluyó en su casa en su mayor parte del tiempo metida en cama y solamente veía a gente por cita algunas veces. Después de su regreso de la Guerra de Crimea nunca hizo un aparición en público, nunca asistió a una función pública y nunca publicó una declaración. Para ayudarse vendió sus ideas, sus inventos gráficos (el diagrama, área-polar) sus gráficos y tablas, las cuales usaba en sus notas en el ejército y hospitales. Esto nunca había sido hecho antes y es como se practica ahora. 1858: Sir Harry Verney propone a Florence de Nightingale matrimonio pero ella lo rechaza. Él entonces le ofrece el Parthenope, ella acepta y se casa. W.E.N. incrementa sus pensiones para incluir todas las facturas en comidas y alojamiento y da también sus 500 libras. 1859: Florence de Nightingale publica un pequeño libro, titulado Notas sobre enfermería. Es muy popular. Es extendido y publicado otra vez en 1860 y en 1861 con una sección especial en el cuidado de bebés. Este libro vendió millones en todo el mundo. El único "salario" que ella ganó alguna vez en su vida fueron los derechos de autor de este libro. 1860: 24 de Junio. La escuela Nightingale para la formación de enfermeras se abre en el hospital Santo Tomás con Mr. Wardroper a la cabeza. Florence de Nightingale pone mucha atención a cada detalle de su piso en Londres. La escuela es un éxito. Casi por sí misma, Florence inventa la enfermería moderna como la conocemos hoy y crea una nueva imagen de la enfermera como una clase profesional. 1861: 2 de Agosto, Sidney Hebert muere. Dios habla por cuarta y última vez con Florence. El ejército oficial en América pide su consejo en cuidados de enfermos y heridos en la U.S.A. Guerra Civil. Ella manda la información al Secretario de Guerra y a Dorothea Dix, superintendente de enfermeras para la unión de Fuerzas Armadas. Cuando ve el papel de Inglaterra y que podía verse envuelta ayuda al inglés a continuar. El Navidades enferma mucho y es temido que ella muera. No podía caminar y en los siguientes seis años tuvo que ser trasladada de habitación en habitación. Ella continua trabajando. 1864: Ella trabaja componiendo sistemas de enfermería, hospitales de nacimientos, caserones para soldados casados, ayuda a parar la práctica de poner a todos los enfermos pobres juntos: hombres, mujeres, niños, dementes y cuerdos. 1865: Octubre. Florence de Nightingale se muda a l número 35 de South St. London, después conocido como el número 10 de South Street, donde vive para el resto de su vida. 1867: Florence de Nightingale trabaja en las muertes, en recién nacidos y en las cuestiones sanitarias de las Indias. Ella recae otra vez. Encuentra difícil concentrarse. 1872: Henry Durant, fundador de la Cruz Roja, afirma que el trabajo de Nightingale influyó en sus ideas. Sus padres tienen problemas para hacer frente a sus dos casas. 1874: Su padre muere en Enero. 1880: Su madre muere en Febrero. 1883: La hermana Parthe está seriamente enferma con artritis; Florence de Nightingale toma el cargo. 1887: Organizada la Fundación de Enfermeras Británicas. 1890: Parthe muere. La compañía Edyson registra su voz en un cilindro en su casa de South St. Fue restituido y distribuido en 1939. 1896: Florence de Nightingale se confinó a su dormitorio- esta vez permanentemente. 1902: Florence de Nightingale no puede escribir o leer más, excepto con gran dificultad. Acepta los servicios de una compañera (ama de llaves-secretaria). Esto es constante para el resto de su vida. 1907: El rey Eduardo VII en Noviembre, otorgó la Orden de Mérito a Florence de Nightingale, es la primera vez que la Orden es dada a una mujer. 1910: Florence de Nightingale muere mientras dormía. La fama de heroína romántica de Florence Nightingale (1820 - 1910) oscurece sus méritos como educadora. Y su obra, que trascendió todo tipo de fronteras, ha opacado uno de los aspectos más íntimos y motivadores de ella: Florence inició el trabajo que la convirtió en leyenda, motivada en su respuesta al llamado del Señor a quien amaba. Gracias a ella se generalizó la formación de enfermeras, dando así origen a una nueva profesión para la mujer. Esta leyenda se ha convertido en un capítulo importante de la cultura de la asistencia sanitaria en el mundo entero, pero no ha contribuido a dar a conocer mejor a Florence Nightingale. Florence Nightingale se hizo célebre curando a los enfermos y a los heridos durante la guerra de Crimea (1854-1856). Concluida ésta, pudo haber ocupado un puesto de responsabilidad como enfermera jefe de hospital y supervisora de la formación de enfermeras, pero prefirió retirarse de la vida pública y utilizar su prestigio para apoyar y promover proyectos educativos. Es probable que el hecho de que prefiriese intervenir de modo indirecto, en vez de ocupar un cargo oficial, haya hecho que su influencia fuera aún mayor. Tras la guerra de Crimea, Nightingale escribió unos doscientos libros, informes y opúsculos que tuvieron importantes repercusiones en la sanidad militar, la asistencia social en la India, los hospitales civiles, las estadísticas médicas y la asistencia a los enfermos. Su mayor aportación educativa fue la creación de nuevas instituciones para la formación tanto de médicos militares como de enfermeras de hospital, pero algunos de sus proyectos educativos menos conocidos están llenos de enseñanzas. Nightingale ha sido objeto de estudio como reformadora, como estadística, como administradora y como investigadora, pero los estudios sobre su influencia como educadora han sido escasos. La obra que relata sus experiencias en la formación de enfermeras (Baly, 1986) silencia el contexto más general de las ideas educativas de Florence Nightingale para centrarse en los aspectos administrativos, a menudo complicados, de los comienzos de la “Escuela Nightingale” de enfermeras. No es de extrañar que los diversos aspectos de la educación con los que Florence Nightingale estuvo relacionada estuvieran vinculados por numerosos temas comunes. Hasta los 31 años, ella no tuvo la oportunidad de aprovechar su propia educación y preparación. Florence se sentía impulsada a hacer algún uso práctico de sus conocimientos, por lo que sus primeras cartas, apuntes y opúsculos hacen continuas referencias a los objetivos de la educación y critican la instrucción que recibían las mujeres de su época. Si tenemos en cuenta estos primeros escritos, y su posterior labor como promotora de planes de formación, podemos afirmar que Florence Nightingale fue una gran educadora, aunque no haya sido reconocida como tal. Primeros años Florence, que nació en 1820, era la segunda hija de William y Frances Nightingale, un matrimonio acomodado adepto de la doctrina unitaria (disidentes de la Iglesia anglicana). Florence creció en una época de intensos cambios sociales, en un entorno de ideas liberales y reformistas. Su abuelo materno, William Smith, fue diputado durante 46 años, gran defensor de los derechos de los disidentes en materia religiosa y militante por la abolición de la trata de esclavos. Al participar algunos miembros de su familia en la vida política, no es de extrañar que Florence se sintiera profundamente interesada por los grandes problemas de su época. La educación tanto de Florence como de Parthenope, su hermana mayor, fue supervisada por su padre, que había estudiado en la Universidad de Cambridge. Su programa de estudios comprendía el latín, el griego, la historia, la filosofía, las matemáticas, las lenguas modernas y la música. William Edward Nightingale, de profundas convicciones religiosas, fue un hombre de ideas progresistas en lo referente a la mejora de la sociedad y a la educación de la mujer, por lo que se ocupó de la educación de sus hijas con una seriedad que por lo general solía reservarse a la educación de los hijos varones. Si Parthenope se interesaba sobre todo por el dibujo, Florence siempre tuvo afición al estudio. Durante los últimos años de su vida prestó una valiosa ayuda a Benjamin Jowett en la traducción de los Diálogos de Platón, lo que muestra la amplitud de su erudición. Una mujer de la posición social de Florence tenía escasas oportunidades de aplicar en la práctica sus conocimientos. Era todavía una adolescente cuando empezó a sentir un conflicto entre su propia voluntad de acción y los placeres de la animada vida familiar social. Su “vocación” A los 17 años, Florence, según recoge en unos apuntes personales, ocurrió un suceso que cambiaría su destino: Sintió el llamado de Dios, una experiencia decisiva que fortaleció su convicción de queno estaba hecha para una vida ordinaria. Entre los 20 y los 30 años, hubo frecuentes conflictoscon sus padres que proyectaban el matrimonio para ella, pero logró mantener tenazmente su independencia. No era fácil encontrar una esfera de actividad que permitiera a Florence Nightingale encauzar su talento y sus aptitudes. A los 30 años, recordaba su frustración: “Siendo ya adulta, lo que más anhelaba era seguir una educación universitaria, adquirir conocimientos; pero aquello fue provisional”. En 1848 se inauguró el Queen’s College, en el que se ofrecía un nuevo tipo de educación superior para la mujer, pero Florence no mostró el menor interés; estaba buscando ya un campo de acción, un modo de aprovechar unosconocimientos que ya eran considerables. Escribía por aquel entonces: Lo primero que recuerdo, y también lo último, es que quería trabajar como enfermera o, al menos, quería trabajar en la enseñanza, pero en la enseñanza de los delincuentes más que en la de los jóvenes. Sin embargo, yo no había recibido la educación necesaria para ello (Vicinus y Nergaard, 1989, pág. 30). En 1845, Florence, decidida por cualquier medio a aprender la enfermería en la práctica, había pedido permiso a sus padres para atender a los enfermos en la Clínica Salisbury, cuyo médico jefe era un amigo de la familia. Pero no obtuvo el permiso, y no porque tuvieran algo en particular contra el hospital, sino porque sus padres consideraban que no era un trabajo adecuado para una dama de su posición social. Comentario de Florence sobre este asunto: “para ellos era como si hubiese decidido ser ayudante de cocina”. Finalmente, llegó a la amarga conclusión de que sólo la viudez o la pobreza podían dar una ocasión de trabajar a una mujer con educación. Durante este triste periodo de su vida, recibió cierto estímulo del doctor Samuel Gridley Howe, el americano pionero en la enseñanza para ciegos, quien le aconsejó que perseverase en su vocación de enfermera a pesar de la consternación de familiares y amigos. Cuando vivió en 1848 en Londres, Florence tuvo la oportunidad de enseñar durante varios meses a los niños pobres (sus “ladronzuelos”) en la Ragged School de Westminster. Esta experiencia le abrió los ojos ante el fenómeno de la pobreza y adquirió la certeza de que podía ser útil pero, una vez más, no pudo hacer oídos sordos a los reparos de su familia: “Si pudiéramos ser educados – observó Florence – dejando al margen lo que la gente piense o deje de pensar, y teniendo en cuenta sólo lo que en principio es bueno o malo, ¡qué diferente sería todo!” Un hito decisivo Sin descuidar la cotidianeidad de su vida de Fe, en 1849, Florence se embarcó en un viaje cultural por Egipto y Grecia durante el que dedicó algún tiempo a tomar apuntes detallados sobre la situación social y sobre los vestigios arqueológicos. En el viaje de regreso, de paso por Alemania, el grupo visitó Kaiserswerth, cerca de Düsseldorf, lugar en el que el pastor Theodor Fliedner había fundado en 1836 un hospital que era además orfanato y escuela. El personal de la institución estaba formado por “diaconisas” formadas por Fliedner y su esposa Caroline. A los treinta años, “la edad a la que Jesucristo comenzó su misión” (en palabras de Florence), volvió a Kaiserswerth para recibir una formación de enfermera, pese a la tenaz oposición de su familia. Florence demostró ser una alumna capacitada, y al cabo de tres meses de formación el pastor Fliedner le sugirió que publicara un relato sobre la vida en Kaiserswerth destinado a los lectores ingleses (Nightingale, 1851). Florence, por su parte, estaba deseosa de dar a conocer Kaiserswerth como un lugar en el que las mujeres podían recibir una educación útil. El opúsculo, publicado anónimamente, comienza con una crítica a la educación que se impartía entonces a las mujeres: […] aunque desde el punto de vista intelectual se ha dado un paso adelante, desde el punto de vista práctico no se ha progresado. La mujer está en desequilibrio. Su educación para la acción no va al mismo ritmo que su enriquecimiento. Este tema ya lo había desarrollado en 1846, en una carta a su padre, con respecto a la educación en general; y lo que llama la atención es que Florence no veía entonces ningún sistema sencillo para corregir la desigualdad entre la teoría y la práctica. Su idea era: “hay que realizar ensayos, hay que emprender esfuerzos; algunos cuerpos tienen que caer en la brechapara que otros pasen sobre ellos…” No hay que olvidareste comentario al examinar los orígenes de la Escuela Nightingale 14 años después. Florence Nightingale no encontró una aplicación inmediata a su recién adquirida formación, por lo que a su regreso de Kaiserswerth, en 1851, redactó un borrador de lo que ella denominó su “religión para artesanos”. Eran consideraciones filosóficas que publicó más tarde en tres volúmenes, en una edición privada, con el título Suggestions for thought for searchers after religious truth, (Nightingale, 1860), algo así como “Sugerencia para los investigadores, más allá de la verdad religiosa” En un capítulo de carácter semiautobiográfico titulado “Cassandra”, que es texto clave para entender la historia de la mujer del siglo XIX, lanzó un apasionado llamamiento a un nuevo tipo de educación: “Las mujeres anhelan una educación que les enseñe a enseñar, que les enseñe las reglas de la mente humana y cómo aplicarlas…” Como era característico en ella, tras haber expresado su idealismo, proseguía con su pragmatismo: “y sabiendo, en la situación actual, lo imperfecta que puede ser tal educación, anhelan una experiencia, pero una experiencia aplicada y sistematizada”. Entre 1851 y 1854, Nightingale completó la instrucción práctica que había adquirido en Kaiserswerth visitando hospitales de Gran Bretaña y de Europa, y recogiendo información. Sistematizó todas estas experiencias analizando informes de hospitales y publicaciones oficiales sobre la sanidad pública. Cuando en 1853 visitó el Hospital Lariboisière en París, quedó favorablemente impresionada por sus salas, construidas a modo de pabellones. Estas salas estaban especialmente diseñadas para recibir la luz y el aire fresco, al tiempo que permitían que los “efluvios malignos” o “miasmas” pudieran disiparse entre los largos y estrechos bloques. Su estudio sobre la disminución de la mortalidad en Lariboisière contribuyó a confirma la denominada “teoría de los miasmas”, que sostenía que la enfermedad surgía espontáneamente en los espacios sucios y cerrados. Ésta había sido la base para el desarrollo de la sanidad pública en el Reino Unido a partir de 1830, con medidas tales como la construcción de alcantarillas y el suministro de agua pura a las ciudades. Entre los que se ocupaban de sanidad pública, los llamados “reformadores de la sanidad”, había pocos médicos; muchos eran ingenieros civiles y Edwin Chadwick, principal encargado de la sanidad en aquella época, trabajaba en una compañía de seguros. En 1858, Louis Pasteur descubrió los “gérmenes” y probó que la enfermedad no aparecía espontáneamente. Esto sirvió de base a algunos científicos médicos para atacar los proyectos de los reformadores sanitarios; pero aunque las premisas de éstos fuesen erróneas, puede afirmarse que sus conclusiones eran correctas y que sus reformas eran válidas. El interés de Florence Nightingale por la higiene durante la guerra de Crimea, así como la importancia que dio al papel de la enfermera en la organización del entorno, se deben en gran medida a su forma de entender las causas de la enfermedad. Se distingue de los partidarios de la “teoría de los miasmas” de su tiempo por la conexión tan personal que establece entre sus ideas científicas y religiosas. Para Florence, Dios había creado la enfermedad de las miasmas para que el hombre pudiera conocer sus causas a través de la observación y prevenir así su reaparición mediante la organización del entorno. Creía, por consiguiente, que las enfermeras, al encargarse de la higiene, tenían una oportunidad única para progresar espiritualmente, para descubrir la naturaleza de Dios mediante el aprendizaje de sus “leyes de la salud” (Nightingale, 1873). Florence Nightingale consideraba que nunca se le había enseñado nada sobre la naturaleza de la enfermedad, ni siquiera en Kaiserswerth, sino que había aprendido a través de la experiencia, la observación y la reflexión, de modo que, cuando fue llamada a organizar la formación de enfermeras, intentó reproducir las condiciones en las que ella había aprendido la realidad evidente de la enfermedad. Florence Nightingale sólo obtuvo su primer empleo en agosto de 1853; era un puesto que por fin le daba la oportunidad de aplicar sus conocimientos y su formación. Fue nombrada directora de un sanatorio para señoras de la alta sociedad, que se encontraba en Upper Harley Street, n° 1, en el West End de Londres, donde permaneció hasta el estallido de la guerra de Crimea. Demostró ser una excelente gerente y, aunque en el trabajo diario tanto ella como sus enfermeras se atenían sin discusión a las indicaciones de los médicos, en todo lo referente al tratamiento y en sus relaciones con el comité de dirección impugnaba las decisiones y a veces hasta hacía caso omiso de ellas en interés de los pacientes. La guerra de Crimen En 1854, Florence Nightingale estaba buscando nuevas oportunidades de demostrar sus aptitudes, por ejemplo en tanto que enfermera jefe en algún hospital de Londres, cuando estalló la guerra de Crimea. La organización de los hospitales británicos durante la guerra no era probablemente más deficiente que la última vez en que fue puesta a prueba, cuarenta años antes, durante las guerras napoleónicas. No obstante, durante la guerra de Crimea la sociedad tenía mayores expectativas y la población estaba mejor informada del desarrollo de los acontecimientos gracias a las noticias del frente que enviaban los corresponsales de prensa. La preocupación por el bienestar de los soldados que se manifestó como una oleada en la opinión pública permitió al Secretario de Estado para la Guerra, Sidney Herbert, tomar una medida radical. La designación de Florence Nightingale para dirigir a un grupo de enfermeras no tenía precedente alguno. Ninguna mujer había ocupado antes un puesto oficial en el ejército y su nombramiento podía tener resultados interesante, ya que se trataba de una enfermera experimentada, muy inteligente, pero nada dispuesta a aceptar órdenes de una jerarquía cerril. Florence entendió inmediatamente cuál era la situación en Escutari, donde se encontraba el principal hospital británico. Como no deseaba ganarse la antipatía de los médicos, lo que habría dificultado las posibles reformas, sus primeras medidas fueron someter a sus enfermeras a la autoridad de los médicos e instalar una lavandería en el hospital. En tan sólo un mes ya había conseguido mejoras en el mantenimiento de las salas, había obtenido ropa de cama y prendas nuevas para los soldados y había mejorado las comidas del hospital. Además de supervisar la asistencia a los pacientes, escribió cartas en nombre de los soldados, organizó un sistema para enviar dinero a sus familias y proporcionó juegos y cuartos de lectura a los convalecientes. Se enfrentó tanto con las autoridades militares como con el servicio de intendencia y no dejó ni un momento de descanso al director de los servicios médicos militares. El creciente interés del público por sus iniciativas dio a su opinión una fuerza de la que no disponían los reformadores en las filas del ejército. Muchas de las recomendaciones de la directora de enfermeras al Secretario de Estado para la Guerra se convirtieron rápidamente en nuevos reglamentos militares. Si su genio administrativo la hizo ganarse el respeto de la reina Victoria y de muchos de los miembros del gobierno, lo que suscitó el cariño del pueblo británico fue la atención y el cuidado que dedicó personalmente a los soldados enfermos y heridos. Se dice que cada noche recorría los seis kilómetros de pasillos del hospital y un soldado agradecido recordaba cómo besaba la sombra de la “dama del candil” cuando ésta pasaba por su lado. Florence Nightingale se convirtió en un símbolo de esperanza en una campaña militar que, por lo demás, fue desastrosa. En noviembre de 1855, en el momento en que la popularidad que ganó Florence durante la guerra de Crimea había llegado a su apogeo, un grupo de seguidores suyos organizaron una reunión pública en Londres con el fin de reunir fondos para que, a su regreso a Inglaterra, pudiera llevar a cabo la reforma de los hospitales civiles mediante la creación de una escuela modelo de enfermeras y de auxiliares de hospital. El Fondo Nightingale nació con muy poca colaboración de aquella cuyo nombre había adoptado; ésta, por aquellas fechas, se hallaba inmersa en los problemas de la guerra. No le prestó atención hasta 1860, e incluso entonces tuvo que afrontar otros problemas apremiantes. Cuando volvió a Inglaterra, Florence se indignó al comprobar que las autoridades no parecían dispuestas a investigar demasiado sobre la desastrosa organización que había causado en Crimea 16.000 muertos por enfermedad frente a 4.000 muertos en el campo de batalla. Inmediatamente montó una campaña para la creación de una comisión investigadora, y el asunto no concluyó hasta 1860. Según el biógrafo crítico Lytton Strachey, “Escutari le había proporcionado conocimientos, pero también le había dado poder: su inmensa reputación la sostenía; era una fuerza incalculable” (1918). En realidad, el “poder” de Nightingale era algo más sutil que lo de parecía dar a entender Strachey, pero aun así era irresistible. La educación en el ejército Florence Nightingale utilizó su influencia para abogar en favor de la educación de los soldados británicos y de los médicos militares. A pesar de que las órdenes que recibió antes de ir a Crimea limitaban sus competencias, en el momento más crítico de la guerra Florence había señalado la falta de experiencia práctica de muchos de los jóvenes cirujanos y había propuesto que recibieran lecciones sobre patología y cuestiones afines sin esperar a que acabara el conflicto. De hecho, y como resultado de su sugerencia, se instaló durante algún tiempo un laboratorio de patología en Escutari. Su interés por la instrucción práctica en medicina iba a ser luego compartida por la Comisión Real sobre sanidad en el Ejército Británico, que hizo de esa instrucción una de sus cuatro áreas de estudio. Florence Nightingale contribuyó de modo decisivo a la creación de la Comisión Real en 1857. Con Sidney Herbert como presidente de la misma y con una mayoría de partidarios en la junta, Florence se dedicó a ordenar sus pruebas sobre la mala administración de los hospitales y a reunir estadísticas de mortalidad. (La elección en 1860 de Florence como primera mujer miembro de la Royal Statistical Society se basó esencialmente en la calidad de sus estadísticas sobre Crimea). Florence Nightingale elaboró planes para la educación médica militar en sus “Notas sobre cuestiones relativas a la sanidad, la eficacia y la administración de los hospitales en el Ejército Británico”, publicadas en 1858 en una edición privada. El objetivo de la formación estaba claramente basado en las lecciones aprendidas en la reciente guerra: […] sea cual sea el grado de información científica de que disponen los estudiantes al entrar en el ejército, poco nada puede deducirse de ello en lo tocante a sus conocimientos prácticos. Pero como ingresar en el ejército significa para ellos, automáticamente, enfrentarse con la práctica, y en un corto espacio de tiempo tienen pacientes a su cargo, parece necesaria la existencia de una escuela donde el alumno pueda adquirir un conocimiento práctico entre su ingreso en el ejército y el momento en que se incorpore a su regimiento. Propuestas presentadas de modo tan convincente que fueron puestas en práctica por médicos y cirujanos experimentados, veteranos de la campaña de Crimea. En 1860, se creó la primera Escuela de Medicina Militar del Reino Unido en Fort Pitt, (Chatham). Su interés por la educación en el ejército abarcaba desde la formación de los médicos hasta el la enseñanza a las tropas. Un artículo de reciente publicación sobre este aspecto poco conocido de la labor de Florence Nightingale (Calabria, 1994) ha mostrado que tenía ideas más bien avanzadas para su época, ya que ella pensaba que podía educarse de algún modo al soldado raso. Si bien, como muchos de sus contemporáneos, era consciente de los efectos debilitantes que tanto el alcohol como la prostitución tenían para el ejército, Florence se distinguía de ellos porque creía que la condición del soldado era achacable al entorno más que a su propia naturaleza. Nunca he podido compartir – escribía – el prejuicio sobre la indolencia, la sensualidad y la ineptitud del soldado. Al contrario, creo […] que nunca he conocido a una gente tan receptiva y atenta como el del ejército. Si se les ofrece la oportunidad de enviar dinero a casa de manera rápida y segura […] lo harán. Si se les ofrece una escuela, asistirán a clase. Si se les ofrece un libro, un juego y una linterna mágica, dejarán de beber. El éxito de las salas de lectura de Escutari alentó a Florence Nightingale después de la guerra a promover, con cierto éxito, la creación de salas similares en cuarteles más grandes. La experiencia de Crimea brindó a Florence la oportunidad de poner a prueba sus ideas; de ahí que, después de la guerra, se sintiera obligada a publicar sus conclusiones (Nightingale, 1858; 1858; 1859). Sabía que había que aprovechar inmediatamente la posibilidad de sacar las lecciones de la guerra: “No podemos repetirlo, como si fuese un experimento químico. Debe ser presentado como un ejemplo histórico” (McDonald, 1993). Así como las reformas suscitadas por la guerra de Crimea requerían una atención inmediata, las reformas en la asistencia a los enfermos no precisaban de tanta urgencia. Así, Florence Nightingale sólo volvió a consagrarse a la formación de enfermeras en 1869, cuatro años después de la guerra de Crimea, actividad a la que su nombre siempre ha estado estrechamente unido. La formación de las enfermeras La idea de formar enfermeras no era totalmente nueva en la Gran Bretaña de mediados del siglo XIX. Ya antes de la guerra de Crimea habían comenzado a resurgir las asociaciones de enfermeras, que agrupaban a numerosas mujeres competentes y moralmente intachables, en contraposición al estereotipo de enfermera borracha e ignorante creado por Charles Dickens. Durante los decenios de 1830-1840 y 1840-1850, y gracias a las nuevas libertades religiosas, se habían creado en Gran Bretaña numerosos centros como St. John’s House, una hermandad anglicana creada en 1848, que en tres meses formaba a mujeres para cuidar a los enfermos pobres en sus propios hogares. Seis enfermeras de la St. John’s House acompañaron a Florence Nightingale a Crimea; sin embargo, y a pesar de la amistad que entabló tanto con Mary Jones, directora de la hermandad, como con la reverenda madre Clare Moore, superiora del Convento de la Merced de Bermondsey, del que procedían algunas de las enfermeras de Crimea, Florence insistió en instaurar una formación laica de las enfermeras. A medida que maduraba su idea, era consciente de la resistencia que podía suscitar. Durante la guerra de Crimea, el rumor aparecido en la prensa de que algunas enfermeras habían intentado convertir a soldados en sus lechos de muerte había estado a punto de dar al traste con su misión. El temor a este tipo de controversias fue probablemente un factor de peso que hizo que Florence Nightingale se inclinara por la formación laica de enfermeras. En los hospitales, algunos habían empezado ya a protestar ruidosamente contra las nuevas enfermeras. En 1856, John Flint South, cirujano en el hospital St. Thomas de Londres, declaró que en su opinión una enfermera no necesitaba más formación que una criada. A pesar de todo, Florence y el Fondo Nightingale comenzaron a negociar en 1859 la creación de un centro de formación de enfermeras en el hospital St. Thomas. La oposición de ciertos sectores de la profesión médica era inevitable. Florence Nightingale prefería intervenir de modo indirecto a tomar directamente decisiones, pero en lo que respecta a la Escuela Nightingale otros motivos pueden haberla llevado a permanecer en un segundo plano. La enfermedad que la había venido aquejando desde la guerra de Crimea limitaba su actividad, por lo que parecía lógico que delegase las funciones de dirección de la escuela, con su enorme volumen de trabajo, a alguna enérgica jefa de enfermeras. Aunque hubiera gozado de buena salud, probablementenunca se hubiera dedicado a la enseñanza. De su correspondencia privada se desprende que noestimaba ser una buena profesora de mujeres. En diciembre de 1861 escribió a Mary Mohl nosin cierta exageración: Mis teorías no han suscitado interés entre las mujeres. Las que fueron conmigo a Crimea no aprendieron nada de mí, y ninguna […] ha sacado las lecciones de la guerra. Le parecía también evidente que los mejores profesores eran los que practicaban realmente su oficio: La autora de estas líneas, que conoce tal vez mejor que ninguna otra persona en Europa lo que podríamos llamar el trabajo de enfermera de hospital, es decir, la labor práctica de la enfermera, cree sinceramente que es algo imposible de aprender en los libros y que sólo se puede aprender a fondo en las salas de un hospital; también cree que para aprender a administrar cuidados médicos en cirugía, la mejor escuela de Europa es observar a una “monja” de cualquier hospital de Londres (Nightingale, 1860). Aunque Florence Nightingale consideraba que los libros de texto eran inapropiados para enseñar en qué consistía el “quehacer” de la enfermera, admitía que los libros podían ser útiles para familiarizarse con el entorno administrativo o sanitario de la labor de la enfermera. Su insistencia en que, para facilitar el estudio y la reflexión, cada alumna enfermera debía tener su propia habitación en el Hogar Nightingale muestra que no sólo le preocupaba el aspecto práctico de la formación. En sus primeros años, la Escuela Nightingale tenía las siguientes características: — la escuela era independiente, pero estaba vinculada a un hospital; — las alumnas dependían únicamente de la enfermera jefe; — la escuela proporcionaba un hogar a las alumnas; — la instrucción de las alumnas corría a cargo de miembros del hospital (monjas y médicos); — la evaluación de las alumnas corría a cargo de las monjas y de la enfermera jefe; — las alumnas recibían un salario mínimo durante su formación; — el contrato de alumna enfermera estipulaba que ésta debía aceptar, tras su formación, un puesto en algún hospital elegido por el Fondo Nightingale, cuya política consistía en enviar grupos de enfermeras para difundir el sistema Nightingale de formación en otros hospitales. La nueva labor de Florence Nightingale entrañaba no pocas dificultades. El sistema dependía de monjas que carecían de formación; los médicos, como era de prever, no entendían que las enfermeras necesitaran una formación específica; la enfermera jefe, Sarah Wardroper, responsable de las enfermeras en el hospital, utilizaba a las alumnas como personal suplementario. En definitiva, no resultaba fácil encontrar alumnas con las cualidades requeridas. Según Monica Baly, historiadora del Fondo Nightingale: El candil de Nightingale no dio luz inmediatamente; la reforma llegó de manera lenta y penosa, de forma que lo que se conoció como el sistema Nightingale no fue el proyecto ideal imaginado por Florence Nightingale, sino un experimento pragmático derivado de un compromiso forzoso. La afirmación de la doctora Baly es sin duda acertada: la escuela no progresó de manera tan regular como sugirieron los primeros historiadores, y la primera década fue especialmente difícil. Ahora bien, el dispositivo que empezó a emerger durante los años siguientes mejoró considerablemente, sobre todo gracias a una serie de iniciativas tomadas por la propia Florence Nightingale en los años posteriores a 1870. En realidad, no hay muchas razones para creer que la formación de enfermeras fuera para ella algo más que un experimento. Su amarga experiencia con la Comisión Real sobre la sanidad en el ejército le había enseñado que las reformas no se conseguían de golpe. Desde 1872 hasta que sus fuerzas empezaron a flaquear, siguió de cerca el desarrollo de la escuela y los progresos de muchas alumnas a las que enviaba anualmente un documento impreso lleno de consejos prácticos y morales. Otro punto que conviene tener en cuenta a la hora de valorar el éxito de la Escuela Nightingale es que, a pesar de sus comienzos difíciles, su crédito llegó a ser enorme, en parte porque Nightingale seguía siendo una leyenda, pero también gracias al duro trabajo realizado. Henry Bonham-Carter, primo de Florence Nightingale y secretario del Fondo Nightingale de1861 a 1914, contribuyó con su dedicación a que se reconocieran los resultados de la EscuelaNightingale. En 1887, año en el que se jubiló de su puesto de dirección la Sra. Wardroper, Bonham-Carter tuvo la satisfacción de anunciar que 42 hospitales contaban con enfermeras jefes formadas en la Escuela Nightingale, en la que un total de 520 enfermeras habían completado su instrucción. Los éxitos de la escuela facilitaron la incorporación de alumnas mejor capacitadas, por lo que “enfermeras Nightingale” cada vez mejor preparadas comenzaron a crear sus propias escuelas de enfermeras. Las primeras emigraciones de “enfermeras Nightingale” a Australia, Canadá, India, Finlandia, Alemania, Suecia y Estados Unidos permitieron la creación de una red internacional de escuelas que aplicaban el sistema Nightingale. A medida que el oficio de enfermera se convertía en todo el mundo en una ocupación digna para la mujer, el “candil” de Florence Nightingale pasó a ser el emblema de la profesión, simbolizando, por un lado, la esperanza transmitida a los heridos en Crimea y, por otro, la cultura y el estudio. Cuando, en 1934, se creó la Florence Nightingale International Foundation con el objeto de perpetuar dignamente el legado educativo de Florence Nightingale, su emblema fue, naturalmente, un “candil”. Las teorías de Florence Nightingale Si hubo un momento en que pudo decirse que del candil de Florence Nightingale venía efectivamente la luz, fue en 1882, año en que escribió dos artículos para el Quain’s dictionary of medicine titulados “Formación de las enfermeras” y “Cómo cuidar al enfermo”. En el primero presentó por vez primera los requisitos que debía cumplir una escuela ideal de enfermeras, a partir de la experiencia de la Escuela Nightingale. Una de las condiciones básicas era la presencia de “monjas residentes”. Su papel consistía en consolidar la instrucción recibida en las salas y en evaluar el progreso moral de las alumnas. De hecho, era la primera profesora de enfermeras especializada. Resulta sorprendente que en 1860 Florence Nightingale hubiera concebido la formación de enfermeras sin esta función y que hubiera estimado suficiente la intervención de la enfermera jefe, de las monjas y de los médicos. Nightingale expuso también una teoría sobre el aprendizaje en la que hacía hincapié en la adquisición de las destrezas prácticas: La observación indica cómo está el paciente; la reflexión indica qué hay que hacer; la destreza práctica indica cómo hay que hacerlo. La formación y la experiencia son necesarias para saber cómo observar y qué observar; cómo pensar y qué pensar (Nightingale, 1882). Florence Nightingale consideraba que, una vez que la enfermera había “aprendido a aprender”, el proceso de formación debía continuar más allá de la escuela. Sus ideas al respecto eran asombrosamente vanguardistas: “hoy en día, cada cinco o diez años […] se necesita una segunda formación”. No es de extrañar que durante sus últimos años Florence Nightingale criticara la profesionalización de las enfermeras. En su opinión, la inscripción en un registro profesional pondría un punto final a la formación, llevaría a la presunción y en definitiva no sería más que una reproducción de la trayectoria profesional que habían seguido los médicos. Florence destacaba lo que de específico tenía la actividad de la enfermera y la responsabilidad personal de ésta en el bienestar del paciente. A su entender, era más fácil conseguir este bienestar si la enfermera entendía su trabajo como una llamada interior o una vocación, más que como una profesión. Tal vez era inevitable, pero finalmente sus razonamientos fueron desoídos. Promotora de la educación La educación formó parte de cada una de las parcelas de la vida de Florence Nightingale. En todas ellas, el nexo común era su preocupación por que los métodos educativos fuesen prácticos y reflejasen los objetivos de dicha educación. Se interesó profundamente por la escuela primaria local cercana a su casa familiar, en el condado de Derbyshire. Aunque proporcionó libros a la biblioteca de la escuela, estaba también interesada en otros métodos de enseñanza. Como la geología del condado de Derbyshire era muy rica, recomendó la utilización en las aulas de muestras minerales como material didáctico. Este sistema tenía muy poco que ver con los aburridísimos métodos de Mister Gradgrind, la caricatura del maestro victoriano que describió Charles Dickens. Su interés por las escuelas se extendió a las colonias británicas. Le interesaban especialmente los efectos de la escolarización en la salud de los niños. En 1863, con el patrocinio del duque de Newcastle, dirigió un estudio estadístico en 143 escuelas coloniales de Australia, Canadá, Sudáfrica y Ceilán (el actual Sri Lanka). Temía que los métodos educativos europeos no estuvieran adaptados a la educación de las poblaciones indígenas. En su correspondencia con Sir George Grey, gobernador de Nueva Zelandia, explicaba: Mantener durante gran parte del día a unos cuantos niños en un aula, llenándoles la cabeza de fórmulas e intentando despertar su interés, [sería] desastroso para una raza no acostumbrada a ese tratamiento. Ocasionaría problemas de salud, escrófula y tuberculosis en los niños. De hecho, sería condenarlos a una muerte lenta (Keith, 1995). Según Jocelyn Keith, este consejo fue ignorado por completo. En los últimos años del decenio 1860-1870, Nightingale centró su atención en el tema de la educación en los asilos de pobres. Su crítica mordaz al régimen terrible a que estaban sometidos los pobres allí alojados fue unánimemente aplaudida. El fondo de su argumentación era que no había que castigar a los pobres, sino enseñarles a que se valieran por sí mismos, y que era por tanto importante impartirles un adiestramiento práctico que les permitiera adquirir destrezas manuales. Estaba convencida de que había que sacar a los niños del ambiente de los asilos para que pudieran educarse en las escuelas industriales de reciente creación. Su vieja amistad con el doctor Benjamin Jowett, director del Balliol College de la Universidad de Oxford, hizo que se interesara por la educación universitaria. En 1870-1880, Florence había apoyado la idea de crear una medalla al mérito por los trabajos estadísticos en memoria de Adolphe Quételet, fundador de la estadística moderna. A principios del decenio de los noventa, Jowett reavivó su deseo de fomentar la estadística y la puso en contacto con el profesor Francis Galton, el conocido matemático. Juntos concibieron el proyecto de creación de una nueva cátedra de Estadística en Oxford. En una carta dirigida a Galton, con fecha del 7 de febrero de 1891, Florence Nightingale propuso que en dicha cátedra se estudiara la importancia de la estadística para disciplinas como la educación, la criminología, los asilos y la India. Sus propuestas no prosperaron, y los historiadores no han podido encontrar las causas de tal fracaso. Conviene resaltar que los medios universitarios de la época por lo general no compartían el interés de Florence Nightingale por la aplicación de la estadística a los problemas sociales. Karl Pearson, el padre de la estadística aplicada moderna, reconoció el interés de las ideas de Florence Nightingale, de modo que su contribución no fue del todo inútil. Conclusión En uno de sus trabajos, Florence Nightingale citó una frase de una conferencia sobre educación en las universidades de St. Andrew y de Glasgow que resumía perfectamente su propio punto de vista: “[…] educar no es enseñar al hombre a saber, sino a hacer”. Parece justo juzgar la contribución de Florence Nightingale a la educación teniendo en cuenta los resultados concretos de sus reformas. Estas líneas que le fueron escritas por Benjamin Jowett hubieran podido servir de epitafio: Usted despertó sentimientos románticos en muchas personas hace 23 años, de regreso de Crimea […] pero ahora trabaja en silencio y nadie sabe cuántas vidas salvan sus enfermeras en los hospitales, ni cuántos miles de soldados […] están vivos gracias a su previsión y a su diligencia, ni cuántos indios de esta generación y de las generaciones venideras habrán sido preservados del hambre y de la opresión gracias a la energía de una dama enferma que apenas puede levantarse de la cama. El mundo lo ignora o no piensa en ello. Pero yo lo sé y a menudo pienso en ello (31 de diciembre de 1879). Florence Nightingale, una mujer que respondió al llamado de Dios, lo dejó todo por su vocación y alumbró al mundo con su ejemplo.